José Manuel Gutiérrez Fernández
Presidente del Centro de Filosofía para Niños del Principado de Asturias
I.- UN POCO DE HISTORIA :
En Junio de 1985, con
ocasión del Congreso sobre Filosofía y Juventud, Matthew Lipman presentó en
Madrid su proyecto. A partir de este momento, un grupo de profesores fue
desarrollando una intensa labor de traducción, formación, difusión, aplicación
e investigación con el fin de probar de una manera práctica la validez y
utilidad de este proyecto y profundizar en las ideas que lo inspiran. Para
llevar a cabo esta actividad, surgen dos grupos de trabajo : uno en Barcelona,
bajo las siglas de IREF (Institut de Recerca per l´Ensenyament de la
Filosofia), y otro en Madrid, bajo el nombre de “Filosofía para Niños”. Ambos
alcanzan en poco tiempo un rápido crecimiento.
Debido a este desarrollo,
el grupo de “Filosofía para Niños”, ya con implantación en toda España, en Marzo
de 1992 se constituyó como Asociación, con el nombre de “Centro de Filosofía
para Niños”. Se trata de una Asociación de ámbito estatal que muy pronto se
acerca a 150 socios y agrupa a numerosos simpatizantes, guiada por el afán de
contribuir a la mejora y calidad de la enseñanza desde los presupuestos
ideológicos y los planteamientos metodológicos que el mencionado proyecto
plantea.
Para ello, se propone como
fines :
a) La organización y
fomento de experiencias pedagógicas, preferentemente en el campo del desarrollo
cognitivo, moral y estético.
b) La investigación
educativa en el campo de la aplicación de procedimientos de enseñanza
innovadores.
c) La creación de nuevos
materiales curriculares coherentes con un aprendizaje activo y significativo.
d) La formación permanente
del profesorado mediante la realización de cursos, seminarios, conferencias,
coloquios, jornadas y otros cauces encaminados al intercambio y aplicación de
conocimientos y experiencias pedagógicas.
e) la colaboración con las
Instituciones públicas y privadas relacionadas con la enseñanza, para la
discusión y elaboración de proyectos e iniciativas educativas.
Desde esta perspectiva, el
Centro de Filosofía para Niños colabora estrechamente con centros de similares
características de ámbito internacional, para hacer posible el intercambio de
experiencias y proyectos. Es miembro del Consejo Internacional para la
Indagación Filosófica con Niños (ICPIC), que agrupa y reúne a centros y a
miembros activos de todo el mundo. También es miembro fundador de SOPHIA
(European Foundation for Philosophical Inquiry with Childrens), organismo que
surge con la pretensión de recoger y encauzar las iniciativas de los centros
europeos).
Entre las actividades que
la Asociación ha llevado a cabo, sería necesario destacar tres :
a) Los Cursos de
formación. Estos cursos se han realizado a dos niveles :
· Cursos de formación
inicial, que se organizan en cada una de las Comunidades Autónomas en que está
implantado el Programa.
· Cursos de formación de
formadores, que, patrocinados y organizados por la Asociación, se han venido
celebrando en diversos lugares de España, en el mes de Julio, y que están
destinados a profundizar en el conocimiento del Programa y de sus materiales, con
ánimo de preparar a los futuros formadores.
b) Los Seminarios
temáticos.
Desde 1993 se vienen
celebrando, en el mes de Septiembre, unos Seminarios organizados por la
Asociación y patrocinados por diversas Universidades, con el ánimo de tratar,
estudiar y profundizar en temas teóricos concretos relacionados con la
educación.
· El primero de ellos, con
el nombre de “Seminario de educación y desarrollo moral”, se celebró en Alcalá
de Henares, en 1993, bajo el patrocinio de esta Universidad.
· El segundo se celebró en
Barcelona, en 1994, patrocinado por su Universidad, con el nombre de “I
Seminario de Pensamiento Crítico y Educación”.
· El tercero, relacionado
con el anterior y como “II Seminario de Pensamiento Critico y Educación”, se
celebró, en 1995, en Colmenar Viejo, patrocinado por la Universidad Autónoma de
Madrid, con el tema “Evaluar la formación, evaluar la aplicación”.
· El cuarto, que ya adopta
el nombre anterior creando tradición, aparece como “III Seminario de
Pensamiento Crítico y Educación”. Se celebró en Madrid, en 1996, patrocinado
por la Facultad de Filosofía, con el tema “Filosofía y narración”
· El quinto, “IV Seminario
de Pensamiento Crítico y Educación”, se celebró en Teruel, patrocinado, entre
otros, por la Universidad de Zaragoza, en 1997, con el tema “Pensar lo
cotidiano”.
· El sexto, “V Seminario
de Pensamiento Crítico y Educación”, se celebró en Colmenar Viejo, en 1998, con
el tema “Filosofía e investigación social”.
· El séptimo, “VI
Seminario de pensamiento crítico y educación”, se celebró en Cáceres, en 1999,
con el tema “¿Con o contra la naturaleza ?”.
c) Los Encuentros de
profesores.
Desde 1989 se vienen
celebrando los Encuentros Hispano-Portugueses de Formadores de Profesores de
Filosofía para Niños. Con ellos se pretende posibilitar la comunicación de
experiencias y trabajos que cada una de las personas y de los grupos que están
implicados en este proyecto y que tratan de aplicar esta metodología, han ido
realizando a lo largo del año. Hasta este momento se han realizado XI Encuentros
:
· Los dos primeros se
realizaron en Colmenar Viejo, en 1989 y 1990.
· El tercero se celebró en
Villanueva de la Serena, en 1991.
· El cuarto, en Albacete,
en 1992 (donde se crea la Asociación).
· El quinto, en Cangas de
Onís, en 1993.
· El sexto, en Córdoba, en
1994.
· El séptimo, en Lisboa,
en 1995.
· El octavo, en Murcia, en
1996.
· El noveno, en Valencia,
en 1997.
· El décimo, en Logroño,
en 1998.
· El undécimo, en Oeiras,
en 1999.
· El duodécimo, en
Albarracín, en 2000
Todos ellos han contado con
la colaboración y patrocinio de diversas entidades tanto públicas como
privadas.
En estos momentos, la
Asociación ha experimentado un profundo cambio para adecuarse a las nuevas
exigencias y condiciones que impone la estructura administrativa y política que
España adoptó desde el comienzo de su andadura democrática. La relación con los
distintos organismos autonómicos para la realización de las actividades antes
mencionadas, ha hecho necesaria la creación de Asociaciones de Filosofía para
Niños en cada una de las Autonomías y la constitución de una Federación de
todas ellas, que mantenga la unidad de criterios y unifique, organice y
coordine las actividades que hasta el momento el Centro de Filosofía para Niños
ha venido realizando. Esta Federación ya tiene su reconocimiento jurídico y ha
asumido las funciones que las distintas Asociaciones han creído oportuno
encomendarle.
II.- EL PROGRAMA Y LA
METODOLOGÍA DE M. LIPMAN
Por lo que se refiere al
proyecto y programa de “Filosofía para Niños”, podemos decir que aparece en
estados Unidos a finales de los años sesenta y parte de la constatación de que
no es posible conseguir sociedades verdaderamente libres y solidarias, si no
conseguimos personas capaces de pensar por sí mismas en el marco de un proceso
solidario y cooperativo de discusión.
El inspirador, iniciador y
principal autor de este programa es Matthew Lipman, profesor de la Universidad
de Montclair, en New Jersey. En ella se crea el IAPC (Instituto para el
desarrollo de la Filosofía para Niños), como marco institucional para el
desarrollo del curriculum, para realizar las labores de investigación
pedagógica y para fomentar la formación de profesores.
Gracias a este Instituto y
a sus iniciativas, “Filosofía para Niños” es hoy el nombre de un vasto proyecto
educativo que se ha ido implantando en todo el mundo. En cada país existe uno o
varios “Centros de Filosofía para Niños”, que trata de coordinar el trabajo de
los distintos grupos que han adoptado este método.
En España, como ya hemos
dicho, existen varias Asociaciones autonómicas agrupadas en una Federación y
una Fundación con sede en Barcelona.
El programa de Filosofía
para Niños trata de dar respuesta a unas cuantas preguntas básicas que ponen en
tela de juicio el modelo educativo tradicional. Algunas de ellas podrían ser
éstas: ¿En qué aspectos nos ha defraudado más la educación? ¿Cuál es el ideal
al que la práctica educativa debe intentar acercarse?
Las respuestas no pueden
ser ambiguas; han de mostrar con claridad las deficiencias y proponer
alternativas viables y coherentes con los principios que se establezcan.
En principio estaría
obligado a confesar que la escuela debe definirse por la naturaleza de la
educación, y no al revés. Por ello, en vez de insistir en que la educación es
un tipo especial de experiencia que sólo puede proporcionar la escuela,
deberíamos decir que cualquier cosa que nos ayude a descubrir el sentido de la
vida, es educativa, y las escuelas son educativas sólo en la medida en que
facilitan tal descubrimiento. Así, si el problema es definir el modelo de
educación, este problema empieza a resolverse cuando partimos de la necesidad
de una educación significativa.
Frente al modelo
tradicional, que concibe la educación como una iniciación a la cultura y cree
que la persona educada es el individuo “instruido”, esta visión pretende una
educación que anime y permita a los niños pensar por sí mismos desde sus
propios elementos significativos. No debe ser el niño asimilado a la cultura,
sino ser él quien asimile la cultura.
El programa de Filosofía
para Niños parte, pues, de que la relación entre la escuela y el significado
debería ser considerado como algo inviolable. Por ello, piensa que las escuelas
han de dedicarse principalmente a ayudar a los niños a encontrar significados
apropiados para sus vidas. Pero los significados no se pueden dar o transmitir
a los niños: tienen que adquirirse. Por eso, tenemos que aprender a saber cómo
disponer las condiciones adecuadas que faciliten a los niños el hacerse con las
claves convenientes y dar ellos mismos significado a las cosas. Debemos hacer
algo para capacitar a los niños para que consigan alcanzar el sentido por sí
mismos.
No conseguirán dicho
sentido aprendiendo simplemente los contenidos del conocimiento de los adultos.
Debemos enseñarles a pensar, y , en concreto, a pensar por sí mismos. Pensar es
la cualidad por excelencia que nos capacita para lograr significado. En este
sentido nos dice Lipman:
“Una meta de la educación
es liberar a los estudiantes de hábitos mentales que no son críticos, que no
cuestionan nada, para que así, puedan desarrollar mejor la habilidad de pensar
por sí mismos, descubrir su propia orientación ante el mundo y, cuando estén
listos para ello, desarrollar su propio conjunto de creencias acerca del mundo.
No podemos esperar que los niños se respeten a sí mismos como personas a menos
que hayan aprendido a utilizar de manera óptima los poderes creativos e
intelectuales con los que están equipados. Todo niño debería ser alentado a
desarrollar y articular su propio modo de ver las cosas”. (La Filosofía en el
aula, pág. 171)
Para esta tarea, Lipman
considera que el estudio y método de la filosofía puede ser buen camino, ya
que, tanto por los temas que plantea como por el modo en que lo hace, permite
la reflexión evitando todo peligro de adoctrinamiento.
Por ello, al enseñar
filosofía, el profesor debe estar preparado para alentar y cultivar una rica
gama de estilos de pensamiento y al mismo tiempo insistir en que el pensamiento
de cada niño sea tan claro, coherente y comprensivo como sea posible, siempre y
cuando el contenido de ese pensamiento no se vea comprometido directamente.
Según esto, hay ciertas
presuposiciones implícitas en el programa de Filosofía para Niños acerca de la
naturaleza de la mente y de los mecanismos de aprendizaje. En lugar de concebir
la mente como un recipiente pasivo y vacío que debe ser rellenado con
información y contenidos para poder ser “educado”, se presupone que los niños
aprenden al estar involucrados de manera activa en una exploración. Aún más, se
presupone que el conocimiento no es algo que se aprende simplemente a través de
la repetición, sino algo que se domina a través de la interacción con el
ambiente y resolviendo problemas que son importantes para los niños.
En este sentido, se parte
del hecho de que todo individuo nace en una comunidad y en ella asimila de
manera no reflexiva los contenidos, formas y valores propios de su cultura. Sus
instituciones -ciencia, arte, justicia, etc.- le marcan los procedimientos y
criterios de actuación y le ofrecen las principales ideas y creencias de su
contexto natural. De este modo, decimos que una persona tiene el carácter de un
buen ciudadano cuando ha interiorizado, esto es, adoptado como propios, los
mecanismos sociales de la racionalidad en la práctica institucional.
Esto nos lleva a hablar,
sin duda, de un primer conocimiento básico, de una primera experiencia
prerreflexiva y vital de la realidad circundante, sobre la que habrá que
construir , por vía de reflexión, todo el edificio del conocimiento racional
elaborado y propio.
Esto implica que no
podemos considerar la sociedad que sirve de marco de referencia y de substrato
básico y vivencial como algo incuestionable, acabado y cerrado. Es preciso
pensar y presentar la sociedad y sus instituciones como algo problemático,
abierto, revisable y criticable, que invita a la discusión y a la
clarificación. Para ello tendría precisamente sentido la filosofía.
“La filosofía es una
disciplina que toma en consideración formas alternativas de actuar, crear y
hablar. Para descubrir estas alternativas los filósofos evalúan y examinan
constantemente sus propias presuposiciones, cuestionan lo que otras personas normalmente
dan por sentado y especulan imaginativamente sobre marcos de referencia cada
vez más amplios”. (Ibid, pág. 193)
Asimismo, la filosofía se
preocupa de clarificar significados, descubrir supuestos y presuposiciones,
analizar conceptos, considerar la validez de procesos de razonamiento e
investigar las implicaciones de las ideas y las consecuencias que tiene para la
vida humana sostener unas ideas u otras.
Partiendo de lo dicho,
¿cuál será, pues, el papel de la filosofía y, en concreto, del programa de
Filosofía para Niños, respecto a la educación y al desarrollo moral del niño?
Para responder a esta
pregunta tendríamos que partir del hecho de que una educación en valores no
puede ser heterónoma sino autónoma: el individuo ha de ser su propio legislador,
interiorizando y elaborando sus propias normas y valores. Esta autonomía sólo
puede lograrla mediante un correcto razonamiento y en un contexto dialógico. Se
precisa, pues, un desarrollo de habilidades de razonamiento que permitan pensar
y argumentar con corrección y una comunidad de diálogo en la que realizar esta
capacidad.
El diálogo es la condición
para que se produzca la reflexión sobre valores. Pero a su vez, el diálogo
necesita unas condiciones que lo hagan posible. Digamos de otra manera que para
que se pueda reflexionar sobre los valores se necesita partir de unos
determinados valores: serían unos valores “procedimentales” (que hacen posible
el procedimiento dialógico). Así, pues, al posibilitar y desarrollar el diálogo
se están aceptando y educando ya unos valores básicos: autonomía, igualdad,
respeto, imparcialidad, solidaridad,...
Es evidente, por tanto,
que una gran parte de la educación en valores consiste en animar a los niños a
pensar sobre valores. Esto significa enseñarles a pensar con mayor habilidad y
mostrarles como esa habilidad puede aplicarse a temas relacionados con los
valores.
“Si queremos ciudadanos
adultos que sean racionales respecto a los valores, deberíamos introducir a los
niños en la investigación en valores de tal manera que puedan descubrir por sí
mismos que aquello que posee un valor genuino no es el objeto de un deseo
cualquiera, en todo caso trivial e inmaduro, sino que más bien es aquello cuya
pretensión de ser algo de valor está apoyada por la reflexión y la investigación”.
(Ibid., pág. 336)
En este sentido, el
Programa de Filosofía para Niños, dentro de la reflexión filosófica y
concretamente de la ética, lo que pretende no es cambiar necesariamente las
creencias de los niños, sino ayudarles a encontrar razones mejores y más
sólidas para creer en aquellas cosas en las que, después de una cuidadosa
reflexión, ellos han elegido creer. Por ello, no pretende básicamente
proporcionar valores y máximas, sino facilitar y clarificar el proceso de
valoración.
Esto es, en definitiva, lo
que pretende el Programa de Filosofía para Niños: desarrollar las habilidades
cognitivas para posibilitar la reflexión crítica y autónoma sobre valores,
utilizando para ello una metodología dialógica y unos materiales expresamente
elaborados para este fin. Se trata, pues, de un proyecto educativo, que
desarrolla una programación (curriculum y materiales) e implica una metodología
(el diálogo en una comunidad de investigación).
Para este proyecto, pues,
la educación en valores consiste en:
a) Enseñar a razonar sobre
valores; lo que equivale a:
- desarrollar destrezas
cognitivas
- enseñarles a aplicarlas
al razonamiento moral
b) Mediante el diálogo,
convirtiendo el aula en una Comunidad de investigación.
Por ello, su objetivo no
es presentar a los niños un conjunto de teorías éticas elaboradas, entre las
que hay que elegir una conforme a la cual vivir, sino más bien dotarlos con los
instrumentos de la reflexión, dentro de un contexto de investigación, esto es,
en un contexto cuya metodología sea la de una permanente autocrítica y
autocorrección.
Se entiende, pues, que
respecto a otras posturas, ésta no pretenda inculcar valores (se parte de que
el individuo los tiene), sino que trate de capacitar para pensar sobre ellos
con espíritu abierto, reflexivo y crítico. Para ello trata de crear el ambiente
adecuado, de ofrecer el procedimiento pertinente, de proporcionar los
instrumentos más útiles y de desarrollar las habilidades de razonamiento más
necesarias.
Aprender a pensar no es,
sin embargo, el fin último pretendido, sino sólo el medio para lograr la mejor
relación con el contexto, con el mundo circundante, a través de la comprensión
de las situaciones, la adquisición de sentido y la actuación coherente.
En resumen, podríamos
decir que lo que pretende hacer el programa de Filosofía para Niños es
posibilitar un aprendizaje significativo, estimulando la reflexión y ayudando
al cuestionamiento y replanteamiento de todos aquellos temas y asuntos que
pueden preocupar o tener interés para los muchachos y muchachas, según su edad,
situación y contexto. Para ello, considera que el método adecuado es el diálogo
realizado en una comunidad que busca, trabaja e investiga conjuntamente.
Pretende, pues, mediante el desarrollo de habilidades cognitivas, emotivas y
sociales, que aprendan a pensar de modo crítico y creativo, que es la única
manera de preparar ciudadanos en una democracia. Lo cual, sin duda conlleva un
modo de entender la educación, una manera de trabajar y una disposición y
preparación del profesorado.
José Manuel Gutiérrez
Fernández
Presidente del Centro de
Filosofía para Niños del Principado de Asturias